A colación del Día Mundial de la Salud Mental, profundizamos en cómo afectan los trastornos mentales en la tercera edad. Repasamos sus causas y las enfermedades mentales más comunes. Así como analizamos el impacto que la pandemia en el agravamiento de los problemas de salud mental en el adulto mayor. Los mayores muestran una gran vulnerabilidad psicológica y emocional, por lo que su detección y tratamiento médico deben ser una prioridad para la salud pública.
Contenidos
- 1 ENFERMEDADES MENTALES EN LA TERCERA EDAD: UNA REALIDAD POCO ATENDIDA
- 2 QUÉ ES LA SALUD MENTAL
- 3 PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN EL ADULTO MAYOR MÁS COMUNES
- 4 CAMBIOS PSICOLÓGICOS EN EL ADULTO MAYOR TRAS EL COVID
- 5 HACIA UNA PREVENCIÓN DE LOS PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN EL ADULTO MAYOR
- 6 REFERENCIAS CONSULTADAS
ENFERMEDADES MENTALES EN LA TERCERA EDAD: UNA REALIDAD POCO ATENDIDA
El 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, un evento impulsado por la Federación Mundial para la Salud Mental. Aprovechando la efeméride, queremos profundizar en este tema de salud pública focalizándolo en las personas ancianas. Y es que los problemas de salud mental en el adulto mayor cada vez se revelan más numerosos y acuciantes. En parte, debido al incremento de la esperanza de vida.
Tampoco debemos olvidar el impacto lacerante en la salud mental que ha tenido la pandemia de Covid-19 en gran parte de la población. Especialmente en el colectivo de los mayores. Pues este fue el grupo más amenazado por este virus y uno de los más vulnerables antes los cambios sociales impuestos.
Sin duda la pandemia ha agravado los problemas de salud mental de las personas ya enfermas. Al tiempo que ha propiciado el surgimiento de nuevos trastornos mentales, neurológicos y adictivos. Hecho que capta la preocupación y la atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los profesionales de la salud mental.
Dentro del complejo panorama de los afecciones mentales, los trastornos depresivos cobran suma importancia, dado su alta incidencia en la población mundial. No en vano, se trata de la principal fuente de discapacidad y la causa mayor de los suicidios que se producen en el mundo. Las personas mayores no son ajenas a esta realidad. Ellas registran una importante tasa de depresión que, en el peor de los casos, degenera en ideas suicidas.
Las causas de estos delicados estados de salud psicológica son multifactoriales. Pero lo primordial es centrar los esfuerzos para que los mayores reciban una atención de salud mental de calidad. Pues, hasta hace pocos años se infravaloraban los problemas de salud mental en el adulto mayor. Y son muchos, como veremos a continuación.
QUÉ ES LA SALUD MENTAL
Primero vamos a aclarar de qué hablamos cuando nos referimos a la salud mental. La salud mental implica mucho más que la ausencia de enfermedades o trastornos mentales. Tal como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS): «Es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida; de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad.»
Asimismo, la salud mental engloba las emociones, las conductas y la función intelectual. El equilibrio entre todos estos aspectos nos permite mantener relaciones sanas donde podamos manifestar nuestros sentimientos abiertamente; ganar el sustento con nuestras capacidades y disfrutar de las diversas facetas de nuestra vida.
En este sentido, bienestar, desarrollo personal, regulación emocional o interacciones positivas son conceptos estrechamente vinculados a la salud mental. Sin embargo, también es cierto que la salud mental está influenciada por factores biológicos, psicológicos y sociales.
Así, ciertas predisposiciones genéticas o desbalances bioquímicos cerebrales; situaciones de exclusión social, presiones socioeconómicas; el estrés o los cambios personales o sociales abruptos, pueden desestabilizar nuestro bienestar psicológico y emocional. Estas influencias explican por qué millones de personas en el mundo se ven aquejadas de trastornos mentales.
No obstante, el problema de los trastornos o afecciones mentales es que, al no ser tan notorias como las enfermedades físicas, no son debidamente atendidas. Incluso la sociedad tiende a infravalorarlas o invisibilizarlas. Suelen considerarse como hechos aislados o individuales; sin sopesar cuánto disminuyen la calidad de vida de la persona enferma y de su entorno próximo.
Por eso resulta fundamental ejecutar planes de promoción de la salud mental. Su finalidad ha de ser crear entornos y condiciones de vida que propicien el bienestar y la protección personal. Así como fomenten y apoyen estilos de vida saludables.
SALUD MENTAL Y PERSONAS MAYORES
Al menos un 20 % de los adultos mayores presentan algún cuadro clínico que señala deficiencias en la salud mental. Y ello teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones, estos problemas pasan desapercibidos o no están diagnosticados. Con todo, los datos recopilados en los últimos años muestran una prevalencia de altas tasas de trastornos afectivos, trastornos depresivos, ansiedad y problemas de sueño.
Las causas de estos malestares y disrupciones de salud mental son multifactoriales. Si bien con el envejecimiento ocurren muchos cambios físicos y sociales que suponen auténticos estresores. Entre ellos podemos citar: jubilación, pérdida de rol laboral, problemas económicos, desprecio o marginación social, fallecimientos de personas queridas, viudedad, enfermedades incapacitantes,…
Todo lo cual, supone un riesgo de soledad, aislamiento social, vida sedentaria y tediosa, estados depresivos, angustias existenciales y ausencia de apoyos emocionales. Además, en ciertos casos, la depresión o estilos de vida sedentarios y solitarios pueden acelerar la aparición de enfermedades neurológicas, como las demencias.
Esta realidad convierte a los problemas de salud mental en el adulto mayor en una problemática de salud pública. Sin embargo, es menester prestarles la atención médica que se merecen, al igual que se interviene ante un problema de salud física. Puesto que las enfermedades mentales pueden manifestarse a través de un problema físico e incentivar las enfermedades crónicas. Repercutiendo nefastamente en su autonomía personal y, por ende, generando dependencia funcional.
En este contexto, aplicar estrategias públicas intersectoriales de apoyo social a las poblaciones geriátricas es de vital importancia para este colectivo. Nos referimos, por ejemplo, a desarrollar iniciativas que estimulen la participación social de los mayores. O bien, crear espacios comunitarios y centros de día o residencias, donde reciban atención y compañía; al tiempo que se trabaja su salud mental con programas psicosociales y psicoterapias.
PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN EL ADULTO MAYOR MÁS COMUNES
Son múltiples los problemas de salud mental que deviene en edades avanzadas. No obstante, existen tres grupos de trastornos mentales que más perjudican el bienestar de los adultos mayores. A saber: demencias, problemas afectivos o anímicos y desórdenes del sueño.
Demencias o trastorno neurocognitivo mayor —como se denomina actualmente al término demencia— son una de las principales causas de discapacidad geriátrica. 55 millones de personas la padece en todo el mundo y más del 90 % de los pacientes superan los 65 años. A su vez, la subpoblación de mayores de 80 años, es la que más aumenta y la que más riesgo presentan de sufrir demencia. Sus síntomas, en sus diversas fases, engloban deterioro cognitivo y funcional, alteraciones conductuales, agitación, episodios depresivos y trastornos del sueño.
Trastornos afectivos vinculados a la senescencia —o adultez mayor— refieren a situaciones de la vida cotidiana que alteran su estado anímico. Por ejemplo, la falta de apoyo familiar o vida social, la pérdida de la pareja o personas allegadas, problemáticas socioeconómicas, baja autoestima, etc. Dichas circunstancias pueden derivar en trastornos ansiosos, obsesivo-compulsivos, adictivos, trastornos neurocognitivos y sobre todo estados depresivos.
Depresión: aunque suele englobarse dentro de los trastornos afectivos, la depresión, por su prevalencia en las personas mayores, amerita un apartado especial. Son varios los tipos de trastornos depresivos que se diagnostican entre este colectivo: depresión mayor, depresión crónica o distimia, depresión geriátrica, etc. Sentimientos de tristeza, vacío emocional, desesperanza, anhedonia, apatía, insomnio, somnolencia, aislamiento social y disminución de funciones cognitivas son algunos de sus síntomas.
Trastornos de sueño: incluyen alteraciones como insomnio, somnolencia diurna y otros trastornos específicos como apnea obstructiva del sueño. Su incidencia en la población anciana es enorme. El sueño favorece la liberación de hormonas anabólicas, y su disminución está asociada con el proceso de envejecimiento. Por otro lado, la ausencia de un descanso reparador está asociada al dolor corporal, alteraciones de la presión arterial, el ritmo cardíaco; microinfartos cerebrales o riesgo de ictus. Asimismo, influye en la disminución de la atención, la memoria de corto plazo, y deterioro cognitivo secundario.
CAMBIOS PSICOLÓGICOS EN EL ADULTO MAYOR TRAS EL COVID
Finalmente, cabe particularizar las consecuencias que ha tenido la pandemia en la salud mental de la ciudadanía y de las personas mayores en particular.
Y es que muchas personas que han contraído el Covid revelan sufrir trastornos mentales como ansiedad, depresión, adicciones, problemas de sueño u otras patologías mentales. En efecto, miedos, ataques de pánico, paranoias, insomnio, estrés, angustia,… Son algunos de los residuos mentales y emocionales que ha dejado esta enfermedad en los pacientes.
Biológicamente, el virus del Covid ingresa al cerebro y causa una inflamación neuronal, lo que conlleva que el funcionamiento cerebral se vea desregulado. Como consecuencia de esta alteración, se incrementa en un 45 % las probabilidades de padecer ansiedad, depresión o insomnio. Las estadísticas actuales confirman que esos son los trastornos que más mencionan los pacientes con Covid recuperados.
Asimismo, debemos partir de la base de que sistemáticamente se tiende a relacionar el Covid-19 con la muerte. O, si se quiere, con la incertidumbre de si se sobrevivirá en caso de padecerlo. Así pues, aun cuando el paso por esta enfermedad no resultase tan grave, la angustia provocada por la incertidumbre —y la sugestión—, suele resultar traumática. Como también lo son las experiencias de fallecimientos inesperados de personas queridas.
Pero, al margen de padecer o no la enfermedad, la pandemia y el estado de emergencia sanitaria supuso un estresor social significativo. Los cambios sociales acaecidos desde su aparición y prolongados en el tiempo, derivaron en la llamada fatiga pandémica. Mientras que el miedo permanente a ser contagiados generó situaciones de aislamiento domiciliario y propició el aumento de fobias —agorafobia, hafefobia, hipocondría,…
Ciertamente, las personas mayores no escapan a estos cuadros patológicos mentales. De hecho, han sido uno de los colectivos más golpeados por estos estresores sociales y las experiencias traumáticas incentivadas por la pandemia.
HACIA UNA PREVENCIÓN DE LOS PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN EL ADULTO MAYOR
La salud mental de los adultos mayores resulta una cuestión de suma importancia para nosotros. Toda persona mayor tiene derecho a poder acceder a un servicio de atención psicológica de calidad, adaptado a sus características etarias. Así como creemos que la mejor herramienta siempre es la prevención.
Cierto es que actualmente van surgiendo cada vez más iniciativas destinadas a proteger la salud mental de las personas mayores. Un ejemplo de ello son las líneas de apoyo telefónico, cuya finalidad era ofrecerles atención psicológica y emocional sin que tengan que desplazarse de sus domicilios. Una propuesta de acción social meritoria que fue de gran ayuda durante las peores etapas de la pandemia.
Con todo, creemos necesario disponer de más políticas, estrategias y servicios especializados en salud mental destinados a las personas de más de 60 años. Pues de su existencia dependerá su calidad de vida, su bienestar y, en muchos casos, el mantenimiento de su autonomía personal.
En este sentido, todas las actividades físicas, terapéuticas y psicosociales que realizamos en nuestro centro de día y residencial, están orientadas al bienestar psicoemocional. Todas ellas cumplen la función de fortalecer la salud mental; regular las emociones y mitigar las situaciones de estrés, depresión o ansiedad que pueda acechar a nuestros usuarios.
Desde las sesiones de gerontogimnasia o estimulación cognitiva hasta las de musicoterapia, las excursiones o las celebraciones de eventos. Asimismo, contamos con un servicio de atención psicológica que atiende a nuestros usuarios y, si es preciso, a sus familiares. Sin soslayar que en nuestro centro promovemos el envejecimiento activo, lo que supone un recurso magnífico para aminorar o trabajar los problemas mentales.
Finalmente, recomendamos que las personas mayores acudan al especialista en caso de padecer algún problema de salud mental o malestar emocional prolongado. Os agradeceréis esa decisión.
REFERENCIAS CONSULTADAS
- Organización Mundial de la Salud (2018). Salud mental: fortalecer nuestras respuestas. Recuperado de https://bit.ly/2YVYt6G
- Organización Panamericana de la Salud (2021). Día Mundial de la Salud Mental 2021. Recuperado de https://bit.ly/3DGZnCE
- Tello-Rodríguez, T. & al. (2016). Salud mental en el adulto mayor: trastornos neurocognitivos mayores, cognitivos y del sueño. Recuperado de https://bit.ly/3DGZSNe
- Vives, M. & al. (2013). Prevalencia de trastornos mentales y factores asociados en pacientes de atención primaria mayores de 75 años. Recuperado de https://bit.ly/3AEvXmY
Redactora creativa. En la Universidad de Vigo obtuve un título en Economía, en la Escuela Elisava de Barcelona cursé un posgrado en Creatividad y Publicidad, y entre libros y talleres de escritura creativa aprendí a escribir. Trato de enfocarme en lo que marcas y clientes buscan, aportando mi estilo, trato de hacer llegar el mensaje de marcas y clientes a los lectores.
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