En la Residencia Otxartaga, la vida se compone de pequeños momentos llenos de significado. Instantes que, al compartirse, crean una atmósfera cálida y comunitaria. La convivencia, las actividades diarias y las relaciones que se tejen entre los residentes y el personal nos enseñan que la felicidad se encuentra en los detalles más simples del día a día, como mencionábamos en nuestro post anterior sobre el Día Mundial de la Alimentación. Esta sensación la han confirmado tanto los residentes como los trabajadores del centro, quienes, a lo largo de varias entrevistas, han compartido con nosotros sus historias, sus recuerdos más felices y todo cuanto les motiva a seguir adelante cada día.
Contenidos
- 1 Dolotea. La felicidad de lo simple
- 2 Felicitas. La nostalgia y el valor de los recuerdos
- 3 Adoración. El valor de la familia
- 4 Aitor. La mejor motivación es el progreso de los mayores
- 5 Lola. Adaptación y entretenimiento en Otxartaga
- 6 Susana. La responsabilidad del cuidado con empatía
- 7 Construyendo felicidad día a día
Dolotea. La felicidad de lo simple
Para Dolotea, la felicidad tiene mucho que ver con la simplicidad y el valor de las relaciones humanas. Su día a día es un reflejo de ello: comienza preparando los desayunos, se relaja con sus amigas por las tardes y dedica su tiempo a disfrutar de las pequeñas cosas. Es precisamente esa búsqueda de lo simple lo que la mantiene feliz y motivada.
Cuando le preguntamos sobre su recuerdo más feliz, Dolotea nos contó que fue cada momento compartido con su marido, quien fue una persona encantadora, llena de tacto y siempre valorada por los demás. Cada día junto a él la hacía sentir plena y feliz. Además, al pedirle un consejo para los más jóvenes, Dolotea nos recuerda que a veces, el mejor consejo es no fijarse en lo que hacen los demás, sino centrarse en disfrutar de lo que uno tiene. Su voz, llena de experiencia y serenidad, invita a valorar lo que de verdad importa: la tranquilidad y las pequeñas alegrías del día a día.
Felicitas. La nostalgia y el valor de los recuerdos
Por otro lado, Felicitas nos cuenta con nostalgia cómo eran sus días de juventud, aquellos momentos llenos de risas y charlas sin fin con amigas, cuando las preocupaciones parecían ajenas. Aunque la vida no siempre le ha dado la oportunidad de sentirse completamente feliz, Felicitas ha aprendido a disfrutar de lo que tiene, y a motivar a los demás a hacer lo mismo.
«Que disfruten la vida, que la aprovechen».
Desde la sabiduría de su experiencia, Felicitas nos invita a que las nuevas generaciones sigamos su consejo. Sus palabras nos recuerdan que la felicidad no siempre es algo que se tiene sin más, sino algo que se busca y se aprende a valorar. En sus recuerdos, las tardes de paseo y las noches de conversación eran momentos de auténtica dicha. Ahora, en la residencia, Felicitas encuentra placer en las actividades diarias, en hacerle la comida a sus nietos y en pasear con sus amigas por las tardes, antes de tomar un refresco y volver para la cena.
Adoración. El valor de la familia
En la residencia, también nos encontramos con Adoración, quien nos reveló uno de los momentos más felices de su vida: el nacimiento de su primer nieto. Esos recuerdos que iluminan el corazón y llenan de energía los días grises. Para ella, la felicidad se encuentra en la sencillez: una buena conversación, un abrazo, un día soleado. Nos anima a no tener prisa por vivir, a disfrutar cada instante y ser amables con los demás. Su mensaje es claro: cuidar de quienes queremos es una fuente inagotable de alegría y bienestar. Adoración asegura que cada día tiene algo que lo haga especial. Y eso es lo que hace que se le pase volando.
Aitor. La mejor motivación es el progreso de los mayores
No solo los residentes comparten sus historias. También quienes formamos parte del equipo de Residencia Otxartaga tenemos mucho que contar. Aitor, el fisioterapeuta, nos habló de su experiencia trabajando con los mayores. Para él, una de las motivaciones más grandes es ver cómo sus pacientes logran progresar día tras día. Recuerda cómo dos residentes de 92 años, que al principio tenían dificultades para levantarse de la silla, consiguieron finalmente mejorar su movilidad y recuperar parte de su independencia. Esos cambios, pequeños para algunos, son en realidad enormes logros para quienes los viven, y constituyen una fuente de felicidad para Aitor, que encuentra en ellos un motivo para seguir adelante con su labor. Además de las sesiones de fisioterapia, Aitor se encarga de adaptar ejercicios específicos para cada residente, tomando en cuenta sus habilidades y limitaciones, lo cual convierte el proceso de rehabilitación en algo mucho más efectivo y personalizado.
Cuando le preguntamos a Aitor cuál es el mayor cambio que ha visto en sí mismo desde que trabaja en la residencia, respondió que esta experiencia lo ha hecho ser más empático con las personas mayores, entendiendo mejor sus reacciones y necesidades. Esto le ha hecho desarrollar algunas de las virtudes que considera que lo diferencian de otros fisioterapeutas que, como él antes, nunca han trabajado con personas mayores. Es una persona que sabe escuchar y que se muestra muy cercano. Lograr esa complicidad con ellos va más allá de ser simplemente un fisioterapeuta; es esa confianza la que asegura que los residentes acudan a las sesiones con mayor motivación y actitud.
Lola. Adaptación y entretenimiento en Otxartaga
Lola, una de las residentes, también nos contó cómo es su vida en la residencia. Aunque admite que hubo un tiempo en el que le costó adaptarse, hoy se siente como en casa. Para ella, las actividades que realiza cada día, como jugar al ahorcado o leer la prensa, son una forma de mantener su mente activa y disfrutar de cada momento. Aprecia especialmente la calidad de la alimentación, algo que se ha trabajado con mucho cuidado en la residencia, asegurándose de ofrecer menús especiales en los días festivos para hacer la vida un poco más alegre.
Los talleres que más le gustan a Lola son los que genera la psicóloga, como la sopa de letras, el ahorcado y demás, ya que son los que nos hacen fortalecer la mente y ser productivos. Para ella, lo mejor de la residencia es su relación con el personal, por el cual se siente muy bien tratada y muy cuidada. Sin embargo, le gustaría cenar algo más tarde.
Susana. La responsabilidad del cuidado con empatía
Desde el punto de vista del personal de cuidado, Susana, responsable del centro de día, compartió el significado que tiene para ella su trabajo. Cuidar a los mayores no es una tarea sencilla, pero verlos llegar con una sonrisa y despedirse con otra es lo que realmente da sentido a sus esfuerzos. Nos contó cómo, aunque a veces enfrenta desafíos, especialmente relacionados con la comprensión por parte de las familias, su principal objetivo es siempre brindar el mejor cuidado posible a cada uno de los residentes.
Para Susana, la clave está en la observación constante y en conocer bien a cada persona, adaptando sus cuidados a las necesidades individuales de cada residente. Nos relató algunas de las estrategias que utiliza para conectar con los mayores, como conocer sus gustos personales y adaptar las actividades para que se sientan motivados a participar. Todo esto con calma y tranquilidad, dos cualidades fundamentales a la hora de trabajar en una residencia de mayores. También habló sobre la importancia de la colaboración con las familias. Y es que mantener una comunicación abierta y fluida con los seres queridos de los residentes es esencial para asegurar su bienestar.
Construyendo felicidad día a día
Además de las actividades individuales, en Otxartaga también se fomenta la participación en eventos grupales. En los talleres de reminiscencia, nuestros mayores comparten anécdotas del pasado y encuentran puntos en común con los demás. Esto los convierte en herramientas fundamentales para fortalecer los vínculos sociales y que los residentes puedan sentir que forman parte de una comunidad. Tanto como los de lectura de prensa y otras actividades que estimulan la psicomotricidad.
Las palabras de Felicitas, Dolotea, Adoración, Lola, Aitor y Susana nos dejan una enseñanza clara: la felicidad se construye a partir de pequeños momentos, de la atención al otro, del apoyo y el cuidado mutuo. En Otxartaga, cada rincón está lleno de historias de vida que inspiran y motivan a todos a seguir adelante, a pesar de las dificultades que puedan surgir. Son las relaciones humanas, los pequeños detalles y el esfuerzo diario por hacer que los días sean un poco mejores los que realmente marcan la diferencia. Aitor nos compartió cómo, en ocasiones, los residentes se convierten en verdaderos amigos para el personal.
El lazo que se forma es profundo y significativo, y esas conexiones humanas son las que hacen que el trabajo valga la pena.
Y así, cada día en la residencia se convierte en un recordatorio de lo esencial: la importancia de cuidar de uno mismo y de los demás, de disfrutar de una buena comida, de reír con los amigos y de valorar cada pequeño gesto. En Otxartaga, se celebra la vida, un día a la vez, y se recuerda que, aunque la felicidad no siempre llega sin esfuerzo, está presente en cada sonrisa, en cada mirada cómplice y en cada momento compartido.
Redactora creativa. En la Universidad de Vigo obtuve un título en Economía, en la Escuela Elisava de Barcelona cursé un posgrado en Creatividad y Publicidad, y entre libros y talleres de escritura creativa aprendí a escribir. Trato de enfocarme en lo que marcas y clientes buscan, aportando mi estilo, trato de hacer llegar el mensaje de marcas y clientes a los lectores.
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